lunes, 4 de octubre de 2010

Tres historias de emprendimientos sociales (II)

Mikkel Vestergaard es un emprendedor y también está enfadado. A los 19 años intentó crear una compañía importadora textil en Lagos, Nigeria, y tuvo que salir corriendo del país tras un golpe de Estado militar. Vivió posteriormente en Nairobi y en Nueva Delhi. En todos estos lugares pudo comprobar en primera persona los efectos devastadores del consumo de agua contaminada. Millones de niños mueren todos los años como consecuencia de la ingesta de agua no potable. «Millones» no es sólo una palabra, es una realidad devastadora, intenta imaginarlo. Al retornar a su Dinamarca natal para hacerse con las riendas de una empresa familiar decidió transformar sus actividades para diseñar y producir un dispositivo parecido a una «cañita», capaz de eliminar los microorganismos del agua causantes de las infecciones (LifeStraw). Al absorber el agua a través de esta cañita, el dispositivo funciona como una «potabilizadora portátil». A día de hoy se han repartido ya cientos de miles de estas potabilizadoras. Dispositivos así, pueden transformar la vida de millones de personas. No sólo sirven para obtener agua potable, también tienen un impacto positivo en la salud de la población más vulnerable: las mujeres y los niños.

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