domingo, 3 de octubre de 2010

Con y sin lucro

Cuando le hablo a la gente del social entrepreneurship siempre acabamos debatiendo lo mismo: ¿cómo hacer para que estas empresas consigan su esperada rentabilidad económica y sigan respetando la misión social? A priori a todos les parece que es imposible. Y les entiendo, el pasado pesa.

Este debate está presente en muchos rincones de Europa y del mundo ahora mismo. Todos en un ejercicio complejo por definir, por clasificar lo que es y no es un emprendimiento social para crear una regulación que permita el crecimiento del sector.

Yo tengo una definición (mía y de mi partner), cuando la cuento, muchos toman nota, lo que me hace pensar que no vamos mal. A ver si te convence, es la siguiente. Consideramos tres tipos de organizaciones:
  • Sin ánimo de lucroLas iniciativas sin ánimo de lucro no tienen ingresos ni beneficios por la naturaleza del servicio o producto que generan, dependen de fuentes de financiación como subvenciones o donaciones altruistas.  
  • Con ánimo de lucro. Las iniciativas con ánimo de lucro consiguen ser autosostenibles. Llegar a la sostenibilidad comporta ser capaces de generar beneficios económicos que permiten a la iniciativa no depender permanentemente de fuentes de financiación poco «estables», como las subvenciones o las donaciones altruistas. A su vez estos beneficios van a parar a sus dueños o accionistas, aunque también destinan parte de ellos al crecimiento de la compañía.
  •  Híbridas. Las iniciativas «híbridas» tienen ingresos, y tienen muy pocos o ningunos beneficios porque reinvierten todas sus ganancias no en el beneficio de sus dueños, sino en el crecimiento de la compañía.    


Muhammad Yunus (premio Nobel, referencia del sector y padre del microcrédito) sólo defiende las organizaciones híbridas. A los más puristas y a la gente del sector caritativo les encantará defender también este tipo de organización.  Para mí, las tres son válidas. Son perfiles de emprendedores diferentes y todos suman. A más gente creando iniciativas sociales, mejor, más impacto social en todo el mundo. Eso sí, con regulación para que no haya casos 'salvajes' de esos que pondrían en cuestión el movimiento.

Defender sólo las híbridas es una decisión menos ambiciosa y atraerá al sector menos mentes brillantes y por supuesto, menos iniciativas. El talento quiere ganar dinero, y los accionistas e inversores también, y si no lo obtienen trabajando en este sector, creedme,  regresarán al sector tradicional donde siempre lo han ganado.

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