(artículo de opinión, traducido al castellano)
EMPRENDEDORES SOCIALES
En los últimos años un nuevo tipo de emprendedor está abriéndose paso en el mundo: el emprendedor social. Son emprendedores que tratan de resolver un problema social desatendido, usando modelos de negocio innovadores que logran un impacto multiplicador en la vida de los ciudadanos que más lo necesitan. Independientemente de si quieren o no que sus empresas ganen dinero con el que hacen (hay de todo tipo), lo que quieren sin duda es ayudar, cambiar las cosas, ponerse del lado de los más desfavorecidos.
EMPRENDEDORES SOCIALES
En los últimos años un nuevo tipo de emprendedor está abriéndose paso en el mundo: el emprendedor social. Son emprendedores que tratan de resolver un problema social desatendido, usando modelos de negocio innovadores que logran un impacto multiplicador en la vida de los ciudadanos que más lo necesitan. Independientemente de si quieren o no que sus empresas ganen dinero con el que hacen (hay de todo tipo), lo que quieren sin duda es ayudar, cambiar las cosas, ponerse del lado de los más desfavorecidos.
Para poner un ejemplo, cada año en África mueren millones de
niños por la ingesta de agua contaminada. Un emprendedor social danés ha traído
al mercado una “cañita” que filtra el agua y la descontamina, vendiéndola a muy
bajo precio en los gobiernos de la zona y salvando la vida a muchos miles de
niños. Y lo ha hecho en este caso haciendo que su compañía gane dinero y sea
sostenible para seguir llevando este producto a cada vez más países. Una
solución innovadora mucho más rápida, eficiente y económica que la construcción
de infraestructuras que tardarán décadas en estar presentes.
Si queréis un ejemplo más cercano a nuestra realidad, las personas ciegas -y en general muchos discapacitados- están excluidos en muchos ámbitos de la vida, tanto en las relaciones sociales como en el entorno profesional. Un emprendedor social alemán ha creado un centro donde los visitantes son guiados en la oscuridad por ciegos poniéndolos en su piel y zapatos. Un negocio que ya se ha exportado a 30 países y que está cambiando la mentalidad de la sociedad, generando nuevas oportunidades hacia estas personas.
El sector social, integrado, como todos sabemos, por fundaciones, oenegés, asociaciones, cooperativas y los servicios sociales públicos, disfruta en nuestro de país de mucha simpatía por parte de los ciudadanos. Claro, al fin y al cabo, pretenden resolver injusticias sociales que ni la empresa privada ni la administración han sido capaces de resolver. Pero atención, pueden perder muy rápidamente esta simpatía si siguen instalados en antiguas maneras de hacer. La verdad es que estamos cansados de que en nuestro país el sector siga juzgando a las iniciativas sociales por sus buenas intenciones y no por sus resultados. Hay demasiadas cosas para hacer, demasiados problemas urgentes que resolver como para ser poco exigentes y darse palmaditas en las espaldas felicitando proyectos mal gestionados que a pesar de que hacen indiscutiblemente un bien social, podrían llegar a mucha más gente que lo necesita si hicieran bien las cosas.
Hoy, el sector social aquí no ha sido capaz de atraer demasiado talento, es muy dependiente de la recepción de dinero de subvenciones, pretende juzgarse a si mismo por sus buenas intenciones, y sobre todo pretende mantener un “alma”, una pureza de intenciones donde los beneficios son un pecado. Parece que ganar dinero y resolver un problema social son dos cosas incompatibles. ¿Y no creéis que es más bien lo contrario? Si un proyecto social es capaz de hacer dinero, no es cierto que podrá crecer más rápido y lograr un mayor impacto social sin depender de nadie? Que sirvan de ejemplo los dos casos que acabamos de mencionar.
La gente responde a los incentivos. El otro día cuando explicábamos en un foro de debate que el sector necesita atraer gente de talento, MBAs, gente joven con conocimientos empresariales, y que por eso eran necesarios incentivos, alguien nos decía que así el alma del sector se echaría a perder. Que no nos hablen del alma del sector, hay cosas muy graves que resolver. Por favor hagamos venir a todo el mundo.
Las subvenciones continuadas son otro de los problemas del sector. No estamos en contra de las subvenciones cuando sirven para arrancar un proyecto, pero sí de las subvenciones que se perpetúan en el tiempo sin ningún incentivo para que la iniciativa trate de ser autosostenible. Estas iniciativas pueden seguir innovando y creciendo, hacer las cosas mejor con tecnología, llegar a más territorios y solucionar el problema de más desfavorecidos sólo si generan ingresos y beneficios. En estos tiempos de crisis que nos ha tocado vivir muchas subvenciones se están recortando y las iniciativas sociales que no han hecho los deberes y han probado de generar ingresos y de encontrar otras fuentes de financiación muy probablemente desaparecerán. Aprendamos para el futuro. No dependamos del dinero de la administración. El sector social tiene que evolucionar.
El sector social de mañana es un sector donde las soluciones no pasan por la fórmula mucha inversión y poco impacto. Nosotros defendemos lo contrario, modelos de poca inversión y mucho impacto, y esto sólo se consigue con emprendedores con modelos de negocio autosostenibles. Las administraciones tendrían que ayudar incorporando en sus presupuestos partidas para contratar a gente que mida el impacto social de los proyectos que apoyan y para crear programas que hagan aflorar los emprendedores sociales de nuestro entorno. Un sector social potente mañana puede generar mucha riqueza, muchos puestos de trabajo. Manos a la obra.
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